La playa de estacionamiento del Alto Rosario Shopping fue escenario ayer a la madrugada de un episodio poco claro. Según la denuncia que investiga la policía, un joven comerciante porteño que disfrutó...  

La playa de estacionamiento del Alto Rosario Shopping fue escenario ayer a la madrugada de un episodio poco claro. Según la denuncia que investiga la policía, un joven comerciante porteño que disfrutó del feriado nacional en Rosario y salía junto a su novia y otras cuatro chicas de uno de los cines del complejo, fue obligado a subir a punta de pistola a un auto con vidrios polarizados. El muchacho dijo que en ese vehículo fue sacado del shopping a toda marcha y que a unos 250 metros, cuando circulaban por la colectora de calle Junín (a la altura de Falucho), logró arrojarse del vehículo en marcha liberándose de la captura. En principio, el caso fue caratulado como "privación ilegítima de la libertad", aunque con el correr de las horas los investigadores pusieron en duda esa carátula y se inclinaron más hacia la hipótesis del intento de robo o un apriete por causas aún desconocidas. Anoche, las cinco estudiantes universitarias que acompañaban a la presunta víctima declaraban en Jefatura y avalaban con sus dichos el pensamiento policial.

Sergio Alejandro C. tiene 25 años y nació en la República Bolivariana de Venezuela, donde su papá fue diplomático argentino, por lo que tiene doble nacionalidad. Reside en la Capital Federal, donde a pocas cuadras del Obelisco es dueño de un drugstore con cíber y telecentro. Desde hace varios meses, atraído por la belleza de las rosarinas, comenzó a viajar regularmente a la ciudad. Lo hacía cada 15 días y esta última vez se hospedó en un hotel de Cafferata al 1100, aunque también solía pernoctar en la casa de su novia, en Arroyito. Para encontrarse con sus amigas rosarinas, su lugar predilecto era el shopping inaugurado en 2004 en el corazón de Refinería. Como todo buen caballero de billetera abultada, deslizaron las fuentes, siempre pagaba él.

Shopping y cine. Según pudo reconstruir la policía, el miércoles 25 de mayo Sergio Alejandro C. llegó a Rosario y se hospedó en el mencionado hotel cercano a la terminal de ómnibus. Por la tarde se encontró con su novia y cuatro de sus amigas (todas ellas de entre 19 y 22 años) en el shopping Alto Rosario, hasta donde llegó en taxi. Luego fueron al complejo de cines del lugar y vieron la última función, que finalizó a la 0.30 de ayer.

Tras ello, cuatro de las chicas salieron por la puerta principal del shopping hacia calle Junín en busca de un taxi. Pero Sergio Alejandro C. y la quinta joven fueron hacia el playón de estacionamiento con la excusa de buscar allí un auto de alquiler, algo poco probable. Así llegaron hasta el fondo del complejo, cerca de la locomotora del Expreso de Oriente que se expone junto a viejos vagones restaurados. Entonces ocurrió la escena que en un primer momento hizo pensar en un secuestro y que anoche fue descartado por las más autoridades de la UR II.

Un Peugeot 307 de color oscuro (gris, negro o azul marino) de cinco puertas y con los vidrios polarizados se paró junto a la pareja. Quien viajaba como acompañante del vehículo encañonó al joven y lo obligó a subir por la puerta trasera. La muchacha primero miró asombrada y luego, cuando el auto salió arando, comenzó a gritar pidiendo ayuda a los empleados de seguridad del lugar.

El 307 maniobró y circuló por la calle interna que a 200 metros al oeste desemboca en la salida de calle Echeverría. "El auto llegó con las luces altas y los rompeniebla encendidos. Eso quemó las imágenes en las cámaras de seguridad que hay en la salida. Por eso se está trabajando para lograr visualizar la patente. Después hicieron lo de cualquier cliente. Colocaron el ticket en la máquina de salida y se fueron", explicó una fuente de la pesquisa. Y agregó que, "sin embargo, las cámaras del estacionamiento muestran claramente el momento en que el muchacho sube al vehículo".

Se bajó. Mientras en el playón todo era confusión y gritos, el 307 dobló por Echeverría hacía el norte y volvió a doblar en la colectora de Junín hacia el este, la calle paralela al frente del complejo comercial que cada cien metros tiene lomos de burro de considerable altura, lo que obliga a un tránsito muy lento. Algo que ningún experimentado secuestrador haría para huir del lugar.

Según dijo el denunciante en la comisaría 8ª, cuando el auto llegó a la primera de esas lomadas, a la altura de calle Falucho, abrió la puerta trasera y se arrojó a la vereda, aunque al ser revisado en la comisaría no tenía ningún magullón. "Sus captores escaparon y él pidió ayuda a la gente", relató la fuente.

En ese corto trayecto ocurrió el quid de la historia, algo que se mantiene bajo secreto de sumario. "O intentaron robarle sabiendo que tenía bastante dinero encima o lo apretaron porque se estaba metiendo con alguien o algo que no correspondía", sugirió un pesquisa convencido de que el episodio lejos estaba de ser un secuestro. Lo cierto es que, tras declarar, el muchacho se tomó un micro y regresó a Capital Federal hasta una próxima visita, si es que junta coraje para volver.

FUENTE: www.lacapital.com.ar