Al paso que va Google, pronto su departamento jurídico va a ocupar más espacio y más recursos que el de programación o el de desarrollo de nuevas aplicaciones. Y es que a la poderosa compañía se le acumulan pleitos y acusaciones: problemas en Estados Unidos por digitalizar libros, en Alemania por captar datos con el coche del Street View, y en medio mundo acusaciones por la gestión de los datos, por falta de privacidad, por colaborar con la censura en China…

La última en España, donde varios ciudadanos y la Agencia de Protección de Datos se enfrentan en juicio al buscador para que borre a quienes se sienten perjudicados por airear trapos sucios del pasado. El asunto, que no tiene fácil encaje legal (y que demuestra otra vez la brecha entre Internet y unas leyes hechas para el mundo a este lado de la pantalla), abre un debate interesante: el del llamado “derecho al olvido”.

Todos lo hacemos a menudo: conocemos a un nuevo amigo, nos echamos una novia, hacemos una entrevista de trabajo o tenemos cita con un médico, y corremos a teclear el nombre en Google, a ver qué averiguamos. Eso a veces nos ayuda, pero otras puede hacer daño a quienes ven algún aspecto de su vida indexado en el buscador.

En mi familia, cuando el servicio de salud nos asignó un nuevo pediatra sometimos al desconocido al algodón de Google, y encontramos varios foros donde se le relacionaba con una negligencia médica. Reconozco que ni nos molestamos en comprobar la veracidad, pues con la salud de los hijos no se juega: solicitamos un cambio de médico, y más tranquilos.

Y por ahí viene el riesgo del gran poder de Google, que según su abogado sólo es un “espejo de la realidad”. Un espejo que no distingue la verdad de la maledicencia, y eso lo mismo vale para elegir o rechazar un hotel al que algunos internautas consideran sucio y ruidoso mientras otros dicen maravillas, que para poner en duda la reputación de cualquiera. Y si ante una condena publicada en el BOE o una vieja noticia resucitada en el buscador poco se puede hacer, no digamos ante el rumor, que es la primera fuente de información online.

 

FUENTE: www.blogs.publico.es