Han pasado ya dos meses y medio desde la desaparición del Códice Calixtino del Arquivo de la catedral de Santiago. Por aquel entonces, la propia policía criticó que las medidas de seguridad que protegían la valiosa obra medieval "eran mínimas" aunque las autoridades eclesiásticas consideraron que la seguridad era la adecuada y que se mejoraría solo si el resultado de la investigación así lo aconsejaba. 
Ese resultado parece que tendrá que esperar. Sin embargo, los responsables de la basílica han tomado nota y al menos intentarán salvaguardar los tesoros que les quedan en el Museo da Catedral –desde el que también se accede al Arquivo, aunque no esté abierto al público–, que abrió ayer sus puertas después de varios meses tras un profundo proceso de remodelación que costó 400 mil euros y que afectó a dos de sus plantas.
Aunque el principal objetivo de esta reforma incluida en el Plan Director de la Catedral, tal y como destacó ayer su director, Ramón Izquierdo, era crear un nuevo discurso museológico, centrado en contar al visitante la historia de la catedral a través de las piezas expuestas con un "fuerte sentido didáctico y pedagógico", de paso se ha aprovechado para reforzar los sistemas de seguridad. 
Aunque dichas medidas ya existían, puesto que el museo disponía de sistemas de alarmas en los accesos –tanto puertas como ventanas–, se incrementó el número de cámaras que vigilan las obras expuestas y se instaló una sala de pantallas para poder supervisar, en tiempo real, las imágenes recibidas desde los dispositivos de grabación. Según Izquierdo, el Museo da Catedral no tiene nada que envidiar a sus homólogos: "En medidas de seguridad estamos a la altura de cualquier museo de nuestra categoría".
No obstante, cuando se produjo la sustracción del Códice Calixtino quedó de manifiesto que ninguna de las cámaras de vigilancia apuntaba a la sala donde se conservaba, bajo llave, el manuscrito del siglo XII, y que tampoco los responsables de salvaguardarlo supieron precisar con exactitud cuándo pudo tener lugar su sustracción. En aquel momento, expertos en obras medievales, como el editor Manuel Moleiro, recordaron las múltiples exigencias que debe superar cualquiera que desee acceder a una obra de semejantes características en algunas de las bibliotecas más importantes del mundo.
De hecho, poco después de la desaparición del Códice, no faltaron voces críticas, como la del BNG, que criticó que "la Iglesia puso en bandeja el robo" por las aparentes facilidades que habían rodeado al hurto.
El deán de la catedral, y también archivero mayor, José María Díaz, también participó ayer en la presentación del remodelado museo que resume los 800 años de vida de la institución a través de joyas, tapices y esculturas. Aunque descartó dar detalles sobre las indagaciones en torno al Códice igual que ya hizo durante su anterior comparecencia pública, sí reconoció que su sustracción es una "sombra que está en la mente de todos" y "que pesa especialmente sobre su archivero y sobre su deán". No obstante, incidió en que esa sombra "en nada disminuye el fulgor de este 800 aniversario".

 

FUENTE: www.farodevigo.es