Acorazados contra los cacos
Los últimos asaltos a joyerías empujan a los empresarios del sector a  reforzar sus sistemas de seguridad.

Cinco asaltos desde julio y hasta trece intentos frustrados han sido más que suficientes para que los empresarios del sector joyero se acoracen contra la delincuencia. La adquisición de nuevos sitemas de vigilancia se ha incrementado significativamente desde que los cacos tienen en su mira a las firmas de la ciudad. El objetivo es reforzar los mecanismos de seguridad para cortar el paso a los ladrones de guante blanco que operan en Córdoba y que, por el momento, han logrado escapar de los grilletes de la Policía.

Así lo confirmó el presidente de la Asociación Provincial de Empresas de Seguridad y director de Eber, Esteban Granero, que apuntó que la mayoría de los joyeros está invirtiendo en «sistemas de vídeo vigilancia», ya que «las empresas de la ciudad cuentan, en su mayoría, con una seguridad que está por encima de lo que exige la normativa».

Sin embargo, para Granero, cuya firma cuenta con un millar de clientes, la clave no está tanto en aumentar los aparatos que detecten la presencia de intrusos, como en las transmisiones para contactar con las centrales de alarmas y éstas, a su vez, con la Policía.

Básicamente, según el portavoz de la asociación, existen tres mecanismos mediante los cuales se envían las alertas cuando los intrusos acceden a un establecimiento controlado. Por un lado, está la RTC (Red Telefónica Conmutada). La trasmisión utiliza una línea telefónica convencional. Es la más fácil de inutilizar. Con unos simples alicates, los ladrones pueden cortarla físicamente. De este modo, la central de alarmas no tiene conocimiento de ello, y por lo tanto, no avisa a los agentes.

Los pasos siguientes, una vez cortada la comunicación entre el establecimiento o local y la central receptora, es un «butrón» o el forzado de puertas y el posterior reventado de cajas fuertes mediante soplete o lanza térmica.

A veces, se suele utilizar una segunda línea de respaldo mediante telefonía móvil GSM. Sin embargo, los cacos ya están duchos en la materia y, con utilizar un inhibidor de frecuencia de los que se encuentran, no solo en el mercado libre de la electrónica, sino incluso a través de Internet, por un precio menor de 600 euros, anulan también esa línea, incomunicando totalmente al establecimiento respecto a la central receptora.

El segundo sistema de transmisión más utilizado es el IP. Consiste en comunicar el sistema de alarma hasta la central utilizando el acceso a la red. También está teniendo cada vez más acogida la comunicación por GPRS, que utiliza el acceso inalámbrico que proveen las empresas de telefónica celular. Su señal también es susceptible de ser anulada mediante inhibidores.

Por ello, según Granero, «lo más recomendable es la utilización de los tres sistemas de transmisión». La colocación de cámaras y los tres mecanismos para enviar las alarmas pueden suponer un coste que oscila entre los 2.000 y los 4.000 euros, aunque «evidentemente, puede ser superior; todo depende de lo que el empresario quiera gastarse».
Lo más seguro

En este sentido, consideró que «a cualquier trabajador del sector se resulta más rentable reforzar la seguridad de su negocio que trasladarse al Parque Joyero, puesto que los alquileres allí son costosos». No obstante, destacó que «por contra, en dichas instalaciones la seguridad es del cien por ciento. Cuenta con vigilancia perimetral, cámaras acorazadas de grado 7, vídeo vigilancia, paredes reforzadas... Es imposible dar un golpe allí», dijo Granero. Consideró, además, que la oleada de robos acabará «en el momento en que la Policía logre detener a alguno de estos delincuentes; mientras les siga saliendo bien, continuarán atracando».