Iñaki Vicuña de Nicolás, director de la Agencia Vasca de Protección de Datos, considera que nunca como ahora ha habido tantas posibilidades tecnológicas para poder comunicarse con cualquier persona en el mundo, pero recuerda que en internet o en las redes sociales, todo deja rastro. Vicuña reconoce que ante el «maremágnum tecnológico» que se vive, el ciudadano está un tanto perdido y sostiene que a los más jóvenes hay que educarles en valores, «porque la tecnología la aprenden muy rápido».

- ¿Cuál es el cometido principal de la agencia?

- La salvaguarda del derecho fundamental a la protección de datos de los ciudadanos. Todo ello con una doble visión; por un lado, recibir las denuncias de los ciudadanos, tutelar sus derechos y atender sus reclamaciones; y también hacer que las administraciones públicas traten los datos personales de la manera más correcta posible.

- Después de conocer los ciberataques de Anonymous o las filtraciones de Wikileaks... ¿Vivimos en una sociedad segura?

- Yo diría que más que segura vivimos en una sociedad compleja. Nunca el mundo ha sido tan seguro como ahora y, sin embargo, nunca tampoco ha habido una percepción de inseguridad tan grande como la actual. Los ejemplos los vemos continuamente. Basta una declaración como la que efectuó la política alemana respecto a la bacteria E.coli para que toda Europa deje de comer verdura y se pierdan millones y millones de euros. Vivimos en una sociedad avanzada y compleja, muy entregada y pendiente de la información, pero que, por otro lado, tiene una sensación de inseguridad que hace que, por ejemplo, haya gente dispuesta a perder libertades públicas por obtener más seguridad. Las estadísticas en Euskadi nos dicen que de cada diez ciudadanos, seis precisan más seguridad que libertades.

- Hace unos años, existía una frontal oposición a que nuestros datos personales llegasen a manos de las empresas. Hoy casi todo el mundo está en el mercado y de manera voluntaria. ¿Tanto ha cambiado la sociedad?

- Han cambiado el mundo, la sociedad y las personas. Nunca como ahora ha habido unas posibilidades tecnológicas para poder comunicarse con cualquier persona se halle donde se halle. Ahí está el fenómeno de las redes sociales. Lo que sí hay es una sensación de que se están utilizando demasiados datos personales por parte de las administraciones públicas, empresas, etcétera. Pero por otro lado, también es legítimo que algunas personas prefieran un exhibicionismo social, un 'reality show'. Estamos en una sociedad cambiante, con tecnologías nuevas que posibilitan que se trate mucha información, pero también hemos de tener presente que esos nuevos productos están aquí para no desaparecer. Tenemos que aprender a convivir con esa tecnología, con ese tratamiento de datos e intentar hacer las cosas lo mejor posible.

-¿Cómo controla la agencia vasca los datos de los ciudadanos?

- La Agencia Vasca tiene competencias sobre las administraciones públicas, es decir municipios, diputaciones, Gobierno Vasco... El tratamiento de los datos que se hace es tan grande que nunca las autoridades podríamos estar detrás de cada operación. Por lo tanto, lo controlamos teniendo una relación de la declaración de los ficheros que se hacen. En nuestra página web se pueden ver todos los tratamientos de datos que realizan las administraciones públicas, los ficheros que tienen los ayuntamientos, el Gobierno Vasco, las diputaciones, etcétera. Y en la agencia española se pueden ver los tratamientos que hacen las empresas, las bases de datos que tienen de clientes, marketing o proveedores. Intentamos que las administraciones y las empresas lo hagan lo mejor posible, es decir concienciando y desarrollando una política de difusión del derecho.

-¿Detectan abusos por parte de las administraciones?

- Se dan malas prácticas en tratamientos de datos. En el País Vasco tenemos unas administraciones públicas muy potentes, tanto a nivel municipal como en los territorios históricos y en el Gobierno. Y, además, muy orientadas a la electrónica, con datos muy fuertes, con competencias importantes en materia de Sanidad, Policía, Hacienda, bienestar social. Sí que detectamos fallos, recibimos denuncias y en un porcentaje alto sancionamos. Sin embargo, lo que no hemos observado es que esas prácticas se realicen con mala intención, con dolo. Se producen errores más por desconocimiento o falta de sensibilización.

- ¿Qué tipo de casos se denuncian?

- Principalmente, cesiones de datos de una administración a otra sin tener cobertura para ello, pérdida de información o no declarar algún fichero. También se dan incumplimientos del derecho de información. Cuando a un ciudadano le van a pedir determinados datos, se le tiene que informar para qué son.

Las sanciones

- ¿Qué sanciones se imponen?

- A las administraciones públicas no se les imponen sanciones económicas. Lo que sí podemos es sancionar a empresas que trabajan para la administración, siempre y cuando se determine su responsabilidad. La ley orgánica de protección de datos establece que ante un mal tratamiento de datos personales por parte de una administración, primero se declara la infracción, se subsana la situación y se informa al Ararteko. Podemos también inmovilizar ficheros en casos graves y si algún funcionario ha incumplido la ley, tenemos la obligación de comunicar a la administración que le sea aplicada la normativa correspondiente. Pero además, los electos públicos se están dando cuenta de que es muy importante para ellos la confianza con sus ciudadanos. Un error en materia de protección de datos puede hacer que parte de la sociedad pierda la confianza en ese responsable político. Por eso, las autoridades de control de datos somos muy respetadas en nuestras resoluciones.

- ¿Y el ciudadano cómo puede protegerse?

- Al ser un derecho fundamental nuevo, producido por una tecnología que camina a una velocidad increíble, el ciudadano, en principio, está perdido ante ese maremágnum tecnológico. No ha sido formado en este ámbito y hace dos cosas: hay un porcentaje, entre un 30 y un 40% que sabe que tiene unos derechos y conoce las instituciones a las que puede dirigirse. El porcentaje restante no lo sabe. Nuestra tarea también es la de sensibilizar a los ciudadanos para que conozcan sus derechos y los ejerciten.

- Internet y las redes sociales ofrece aspectos muy positivos pero ¿han abierto una ventana a la impunidad?

- Toda la tecnología tiene aspectos buenos y otros no queridos. En las redes sociales se ve muy claro. Es una oportunidad increíble de tratar y relacionarse con gente de todo el mundo. Y, sin embargo, ese tratamiento de datos hace que el ciudadano esté por un lado indefenso. Muchas veces pensamos que en las redes sociales está la bondad absoluta porque nos sale gratis y, sin embargo, las redes ganan mucho dinero. Cuando algo es gratuito lo que ocurre a veces es que nosotros no somos los clientes sino el producto. El producto de marketing, porque esa información tiene mucho valor. Como autoridades y ciudadanos debemos exigir que las empresas que tratan datos personales lo hagan de la mejor manera posible. Pero esto es muy complicado porque en todo, pero más que nada en esto, estamos en un mundo globalizado. No basta con que en Europa sea un derecho fundamental si no lo es Estados Unidos o Corea, porque los tratamientos de datos son a nivel global.

- ¿Cuál es a su juicio el colectivo más vulnerable?

- Desde la agencia vasca prestamos una atención especial a colectivos que son más vulnerables: menores, gente mayor, enfermos. Respecto a los menores hemos creado una página con material para ellos. De acuerdo con el Gobierno Vasco, hemos conseguido introducir la protección de datos dentro del currículo de formación. Hemos levantado los cimientos y ahora hay que proporcionar material para que en los centros educativos se enseñe y se sensibilice. Hasta ahora, en muchos casos, se focalizaba en enseñar tecnología a los niños cuando lo que hay que hacer es educar en valores. Los niños aprenden muy rápido la tecnología, lo que hay que hacer es transmitir valores: respeto y mantener ciertas premisas de no proporcionar determinada información. Luego está la gente mayor, vulnerable ante prácticas de marketing agresivo que les acosa haciéndoles firmar contratos que no son capaces de entender y que se sienten realmente engañadas.

-¿Existe una relajación a la hora de facilitar datos personales especialmente entre los menores?

- Esta generación última es la que está viviendo todo este desarrollo tecnológico. La evolución se ha producido en los últimos siete años. Y es lógico que los niños o los muy jóvenes, por ese intentar aparecer como los mejores del mercado, sean en parte exhibicionistas. Pero lo que en realidad son es frágiles y encima no tienen esa sensación de fragilidad porque, por un lado, se sienten invulnerables. Se conectan a internet desde su casa, en un entorno que creen protegido, y sin embargo, es como si estuvieran en la plaza pública. Es una sensación de seguridad totalmente errónea. Nosotros también hicimos tonterías cuando éramos jóvenes, pero hay una ventaja: nosotros no dejábamos rastro. Sin embargo, estas generaciones lo dejan continuamente. Los malos usos que se hacen en redes sociales, internet, en tecnología, dejan rastro y hay que ser conscientes de ello. Es fácil llegar a la información de quien ha hecho determinadas actividades.

- ¿El rastro que deja alguien que introduce una foto de una amiga a un amigo en una situación comprometida es imborrable?

- El rastro que deja permite saber quién ha sido, qué ha hecho y en qué momento. La gente joven es muy cándida. Por esa sensación de seguridad de la que hemos hablado se cree que no se va a saber qué están haciendo. Todas las prácticas de investigación en cualquier ámbito, ya sea centrado en el 'bullying' o el 'sexting' son ahora más fáciles de seguir por esa huella que dejan.

- Precisamente ustedes afirman en su web que internet es una herramienta fantástica, pero a la vez despiadada.

- Así es. Cuando alguien hace daño a otra persona puede quedar en un ámbito privado, pero si lo hace en internet, está al alcance de todo el mundo. Esas exhibiciones de una agresión a un compañero tienen trascendencia mundial. Nunca ha habido tanta posibilidad de difundir unos hechos, pero también nunca ha habido tanta posibilidad de saber quién es el responsable.

- Las grandes empresas tampoco se han librado de los ataques.

- Las quiebras de seguridad se están dando en empresas y administraciones. Por varios motivos. Uno, porque hasta ahora, aunque la seguridad es una obligación de la Ley de Protección de Datos y una exigencia que hacemos, es difícil tenerla al cien por cien dados los desarrollos tecnológicos existentes. Pero otras veces es por que no se han tomado las medidas de seguridad precisas y también por la propia estupidez humana, que hace que haya errores fundamentales, algunos de los cuales ponen en riesgo negocios. El caso de Sony, por ejemplo, que perdió los datos de sus clientes es el antimarketing. Puede suceder por los desarrollos tecnológicos, pero es intolerable. Va contra la propia imagen y contra la confianza que habían depositado sus clientes.

- ¿No cree que en el equilibrio entre el desarrollo tecnológico y los derechos de las personas ha prevalecido el primero?

- Sí y no. La tecnología del tratamiento de información ha crecido de manera increíble, sin prever daños colaterales, pero, por otro lado, si el Derecho siempre ha ido detrás de la realidad social, lo que ha hecho la normativa de protección de datos ha sido casi ponerse delante y decir que todo tiene que estar perfecto y lo que no esté es sancionable. Hasta ahora, todos entendíamos que las dictaduras tendían a hacer opaco al poder y transparente a los ciudadanos. En democracia tiene que ser al revés, hay que hacer transparente al poder y opacos a los ciudadanos. Esa lucha de equilibrios se está viendo ahora más que nunca y en eso estamos las autoridades de control.

 

FUENTE: www.diariovasco.com