Manuel Garayar es responsable de Autobuses Garayar. Realiza el servicio nocturno entre Urnieta y Donostia desde hace dos años. Afirma que con la videovigilancia «el cambio no ha sido muy apreciable, tampoco tenemos demasiados incidentes. Ahora bien, el efecto disuasorio es evidente. Hemos apreciado que en los autobuses que disponen de cámaras las lunas van menos rayadas. En este detalle sí notamos que la gente se cuida más de hacer destrozos». Los chóferes, según Garayar, se sienten más seguros, «pero como dicen ellos, 'a mí un tío me arrea una castaña y tengo la grabación, pero la castaña me la llevo puesta'. Las cámaras están bien, pero cuando se produce un incidente el chófer tiene dos caminos, parar a una patrulla de la Ertzaintza si la encuentra y, si no, llegar a destino, abrir la puerta y que salgan los gamberros... y esperar que la vuelta siguiente sea más tranquila».

Garayar explica que el usuario de los autobuses nocturnos es de todas las edades, aunque varían según las horas. «Hasta las 3 o 4 de la mañana predomina la gente de 40 a 50 años y los chavales de menos de 18. Los primeros porque ya no carburan como cuando eran más jóvenes y se retiran antes y los segundos porque todavía tienen un horario establecido por los padres. A partir de las 4, todos los demás».

Garayar señala que en dos años las grabaciones se han utilizado sólo dos veces y a petición de la Ertzaintza, para investigar denuncias cursadas por usuarios que han tenido problemas con otros viajeros. «En una ocasión, creo recordar que fue por un tema de violencia de género y en otra sería por una intimidación o algo por el estilo».

 

FUENTE: www.diariovasco.com